Saludos a las queridas Hermanas en Cristo mientras nos movemos nuevamente en solidaridad hacia otro año comprometidas en responder al llamado de Dios para orar por nuestros pastores. En el corazón de nuestros compromisos está una sólida conciencia de estas palabras vivas y seguras del mismo Cristo: “No me elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo conceda” (Juan 15:16).
Los propósitos de Dios según Su elección en cada uno de nosotros se mantendrán. Lo que Él dice, Él lo hará. Casi se puede escuchar el susurro de la Madre Iglesia que nos recuerda que debemos “cooperar con las gracias”. El reconocido dedo de Dios de Miguel Ángel extendido hacia el de Adán es una imagen maravillosa que nos ayuda a recordar tanto nuestra pequeñez en la Presencia de Dios como nuestro potencial para la Fortaleza de Dios. Nuestro Señor está siempre moviéndose hacia nosotros, extendiendo la invitación, acercándose pero dignificando esperando nuestra parte, nuestra respuesta. Las órdenes de Dios a menudo nos dejan preguntándonos si Él realmente nos está llamando a hacer esto o aquello. Su elección a menudo parece ir en contra de nuestro sentido de cómo deberían ir las cosas o quién podría haber sido una mejor elección que la elección Divina. San Pablo aclara (1 Cor 1, 26-3): Porque mirad vuestra vocación, hermanos y hermanas, no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; pero lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte, y lo vil del mundo y lo menospreciado, escogió Dios…que no el hombre debe jactarse ante Dios.
Si Dios escogiera a los que eran capaces en sí mismos, podría surgir la tentación de jactarse. Si Dios escogió a aquellos que lo eligieron primero, podría existir la tentación de jactarse de esa elección inteligente. El amor mismo elige a aquellos que el mundo nunca elegiría, para que cuando sus planes y propósitos se cumplan a través de ellos, la gloria sea justamente para él. “El que se gloríe, gloríese en el Señor”.
Nuestra misión como Siete Hermanas incluye la sumisión a nuestras batallas personales contra la forma en que Dios elige a quién Él quiere para cumplir Sus propósitos: nosotras mismas, quienes están a nuestro lado, aquellos por quienes sacrificamos nuestras oraciones, aquellos que parecen obrar en nuestra contra. Aceptar que los pensamientos y caminos de Dios son más altos que los nuestros (Isaías 55:8-9) trae una libertad profunda. En el mejor de los casos, nuestras oraciones pueden invocar que la Voluntad y el Camino de Dios, Sus elecciones, se manifiesten en nosotros y en aquellos obispos/sacerdotes por quienes oramos. Donde Dios es más soberano, nosotros somos más libres. San Felipe Neri recuerda: “Todos los propósitos de Dios son para el bien; aunque no siempre entendamos esto, podemos confiar en ello”.
De hecho, es un privilegio cuando imploramos las gracias de Dios para lograr sus planes y propósitos más elevados en y para otra alma: la recompensa de la santidad. Este es el fruto permanente que estamos llamadas a dar. Invocamos lo que Dios quiere, cuando y como Él lo quiere, para aquel por quien oramos. Santa Isabel de la Trinidad en sus Cartas desde el Carmelo (Vol. 2) nos da una forma maravillosamente práctica de orar por los demás en ese espíritu. Su ofrenda parece destinada a Siete Hermanas porque, bueno, ¡la oración es de siete palabras! Santa Isabel contempla la escena de la Escritura en la que Marta y María envían un mensaje a Jesús acerca de su hermano Lázaro: “Señor, el que amas está enfermo…” (Juan 11:3). La intuición de Santa Isabel brota de aquí. Ella abre de par en par su corazón al amor ilimitado del Sagrado Corazón y busca ese amor para cada individuo en cada situación. La oración se amplía luego para abarcar interminables peticiones por el otro: “Señor, el que amas está angustiado…”…“Señor, el que amas necesita esperanza…”… “Señor, el que amas busca amor…” La sencillez de la petición que no es más que un soplo, invoca plenamente la Voluntad y el Camino de Dios con total entrega y confianza. Este santo ejemplo de Santa Isabel puede ser puesto en práctica con eficacia en nuestras Horas Santas. “Señor, el que amas necesita descanso…”…“Señor, el que amas es regalo…”
San Juan nos dice que la elección y designación de Dios para nuestras vidas nos mueve a dar frutos duraderos, y también que todo lo que pidamos al Padre en el Nombre de Cristo nos será dado. ¡Oh, hermanas en Cristo, el gran gozo que esto nos debe traer, ahora y eternamente! Nuestro llamado contiene promesas, pero también ofrece perseverancia para seguir adelante. Abramos de par en par nuestro corazón a la plenitud de aquello para lo que hemos sido elegidas. De la misma manera, no podemos hacer nada menos que llamar lo mismo para el obispo/sacerdote por quien nos comprometemos a orar. Sí, invocando todo lo que Dios ha elegido que sean. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) fortalece nuestra resolución interior y su feliz y fructífero resultado en este pensamiento: “Ríndanse sin reservas al Señor que nos ha llamado. Esto se requiere de nosotros para que la faz de la tierra sea renovada”. ¡Demos nuestro fiat sin restricciones!
Unidas en oración y misión… que nuestras oraciones lleguen al corazón de cada obispo y sacerdote… eterna gratitud continúa mientras cada una de ustedes recuerda ofrecer una pequeña Avemaría por mí todos los días… “Un Ave María hace el infierno tiembla” (San Juan Vianney). ‘Oren para que no estropee la hermosa obra que Dios me ha confiado…’ (Santa Teresa de Calcuta)… ¡sus amables correos electrónicos, notas, llamadas telefónicas y generoso apoyo siempre llegan a la puerta de mi corazón en el momento adecuado! Sus sacrificios financieros son para el avance del 100% del apostolado. ¡GRACIAS! ¡Las cartas de testimonio son tan hermosas y edificantes! ¡Qué gloria se da a Dios a través de tus escritos! ¡La gratitud eterna es mía para TI! Tenga la seguridad de mis continuas oraciones diarias por usted en el altar.
Janette (Howe) +JMJ+